La XIII Gala de Entrega de Premios de la Asociación Madrileña de Mediadores fue para mí mucho más que una ceremonia de reconocimiento; se convirtió en un santuario de reencuentros que reconfortan el alma. La magia de los reencuentros no se puede describir con palabras, se vive y se siente. Esta fue la esencia que envolvió la XIII Gala de Entrega de Premios organizada por la Asociación Madrileña de Mediadores. Para mí, este evento trascendió más allá de una simple ceremonia de entrega de premios; fue un reencuentro con mis raíces en el mundo de la mediación.
El brillo en los ojos de cada participante reflejaba no solo el orgullo por el reconocimiento a la labor de mediación, sino también la alegría del reencuentro que no se había producido desde la fecha en la pandemia, nos hizo valorar esos pequeños instantes y, ahora, el poder volver a compartir en persona es, sin duda, un regalo invaluable.
Uno de los momentos más emotivos fue reencontrarme con quienes me abrieron las puertas de este universo de diálogo y entendimiento. Ana Criado; Amparo Quintana, Marisa Santana; y Luis Aurelio, con su visión innovadora. Ellos no solo me enseñaron a mediar, sino que también me mostraron que la mediación es un arte, una danza sutil entre las palabras y las emociones. Y como no el minuto de silencio por las victimas de la Guerras. Los mediadores luchamos por insertar en los corazones la cultura de la Paz
Además, el regocijo de reencontrarme con tantos compañeros mediadores, con quienes compartí momentos de formación, debates y aprendizaje, fue inmenso. Ver sus caras, compartir anécdotas y recordar los tiempos anteriores a la pandemia fue como un bálsamo para el alma. Y, por supuesto, no puedo olvidar el placer de compartir el encuentro con el los compañeros de «comidas mediadas». Juntos, mezclamos el sabor de la gastronomía con la esencia de la mediación, creando experiencias únicas, creando espacios de diálogo y convivencia. Disfruté mucho de su compañía y de su propuesta.
Esta gala no solo celebró los logros y avances en mediación, sino que también nos recordó la importancia de la conexión humana, de la comunidad y de la pasión por lo que hacemos. De generar cultura de Paz, especialmente el minuto de Silencio por las victimas de la Guerra.
Gracias a la Asociación Madrileña de Mediadores por crear este espacio y por permitirnos vivir un momento tan especial.